Memorias de un calamar

Los calamares tenemos poca memoria y mucha tinta. Seguramente una cosa es consecuencia de la otra, y así podemos escribir lo que de otro modo olvidamos.

miércoles, diciembre 21, 2005

Ratoncito Pérez no llegó

Llevaban tres día mirándolo,
se ponian los dos delante el espejo, y dos grandes sonrisas brillaban.
Ella luego, forzaba la posicíon, y con sus deditos lo movía.
Las quejas eran constantes a la hora de comer.
A veces la encontraba con la boca entreabierta,
y con la lenguecita iba empujando, hacia delante y hacia atrás.
La cara expresaba ese sentimiento de dolor, pero un poco placentero.
Él le explicaba histórias, y entre los dos buscaban rincones, por donde tendría que pasar el ratoncito para traer el regalo.
Él de vez en cuando le pedía que abriera la boca, y con el dedo y una pequeña mentirijilla debajo el brazo, intentaba acelerar el curso de esa pequeña historia.
Él tenía prisa, quería que pasara enseguida.
Él decía: ¡Antes del fin de semana !
Domingo noche, ella se abraza al cuello, le da un beso de despedida.
No lo volverá a ver hasta dentro de 15 días.
El diente no ha caído, estaba apunto.
Demasiado tarde.
Al días siguiente, a las salida del cole, ella le llama y le cuenta que el diente ya no está.
Ratoncito Pérez irá a otra dirección