Sal
Distraído, oigo ruidos.
Arrastra la puerta tras de sí, los tacones dibujan el itinerario establecido.
Cada día a las cinco y treinta y siete entra en casa.
Puedo adivinar hacia donde van los pasos, primero recorre el comedor, entra en la habitación, se descalza, sale directa hacia la cocina, pero ahora ya no suena el golpe firme y deciso de los tacones, sino un grave pero pequeño retumbar de talones desnudos golpeando la madera.
Distraído, oigo ruidos.
Separados por un estrato de hormigón, creo poder oler hasta su perfume que quedó impregnado en mí, el día que coincidimos en el ascensor, donde un corto y frío “hola” fueron sus únicas palabras.
Distraído, oigo ruidos.
Se perfectamente que pasará ahora, los talones se dirigen hacia otra zona de la casa, espero esos acordes... no cambian... espero escuchar esa voz en la lejanía, Sting amortiguado revolotea sobre la melodía, “Dienda” comienza a caminar, no oigo las escobillas voltear sobre la caja, solo Sting i el piano.
Abro la ventana, coches, niños, aire, entran en mi casa, me sacan de mis pensamientos y Sting desaparece.
Sonrío y ese pequeño esbozo de felicidad me da ánimos para subir y pedir: “Tienes un poco de sal?”
3 Comments:
la tentación vive arriba....
k
El,desde el anonimato casi,conoce toda su vida.Es curioso como somos capaces de construir una vida de retales e incluso nos enamoramos de esa imagen.Me encanta
Acabo de leer tu comentario. En concreto pensaba en la canción "Triste y vacía", que canta con Héctor Lavoe. Ya ves, hay que escuchar un poco de todo :)
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